Aunque a medida que se independiza, el adolescente con frecuencia parece escucharles poco a sus padres, necesita el apoyo, la participación y la orientación de ellos más que nunca. El joven adolescente puede experimentar cambios repentinos en el cuerpo, la vida emocional y las relaciones. La adolescencia muchas veces es un tiempo confuso y de mucha tensión, caracterizada por los cambios de humor y la inseguridad, a medida que el adolescente lucha por determinar quién es y cuál es su papel. No es de sorprenderse que en esta edad, muchos jóvenes prueben el alcohol, el tabaco y las drogas por primera vez.
Los padres pueden no darse cuenta que su hijo adolescente se siente rodeado por el uso de alcohol y drogas. Casi nueve de cada 10 adolescentes están de acuerdo en que "la marihuana parece estar en todas partes hoy en día". Es dos veces más probable que un adolescente use marihuana de lo que piensan sus padres, y se traba en los lugares que sus padres creen son lugares seguros, como la escuela, la casa y las casas de sus amigos.
Los padres determinan en gran parte las decisiones que toma el adolescente sobre el alcohol y las drogas. Aproveche lo importante que es la imagen social y las apariencias para el joven y adviértale de las consecuencias desagradables inmediatas del alcohol; por ejemplo, emborracharse puede hacerle vomitar, y eso no es la forma ideal de acabar una noche con los amigos. Al mismo tiempo, debe hablarle de los efectos del abuso del alcohol a largo plazo:
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Problemas Físicos:
El alcohol tomado en cantidades excesivas y durante períodos prolongados de tiempo, da lugar a la aparición de alteraciones de un gran número de órganos del cuerpo humano, que se manifiestan al cabo del tiempo.
El alcohol una vez ingerido, cuando llega al estómago e intestino, es rápidamente absorbido pasando a la sangre, a través de la cual llega al hígado, donde es destruido en parte.
Entre los problemas físicos que produce, se encuentran:
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El adolescente mayor muchas veces ha tomado ya la decisión de probar o evitar el alcohol. Para poder resistir la presión de otros muchachos de su edad, el adolescente necesita más que un mensaje general de que no debe tomar alcohol. Hay que advertirle de los efectos potencialmente mortales de la combinación del alcohol y las drogas, del consumo de alcohol y la conducción y del alcohol y el comportamiento sexual peligroso. El adolescente tiende a ser idealista y le gusta saber cómo puede mejorar el mundo. Asegúrese de que el adolescente entienda el efecto que el abuso de alcohol tiene en nuestra sociedad. Apele a sus sentimientos señalándole cómo se mejoraría el pueblo si los menores de edad evitaran las bebidas alcohólicas.
Es importante que los padres elogien y animen al adolescente por las cosas que hace bien y por las buenas decisiones que toma. Cuando está orgulloso de su hijo, dígaselo. El adolescente, al saber que los adultos en su vida están pendientes de él y lo aprecian, se siente muy motivado y esto refuerza su promesa de no usar las drogas. Además, puede impresionarle la importancia de ser buen ejemplo para sus hermanos menores.
ALCOHOL
La droga más consumida entre los escolares de 14 a 18 años es el alcohol: más de un tercio de los escolares beben habitualmente. Trabajar preventivamente el consumo de alcohol es prioritario: no debemos despistarnos con el estereotipo del "problema de la droga", que sobrevalora los problemas causados por las drogas ilegales e infravalora los de las drogas institucionalizadas. El mayor incremento en el número de bebedores habituales se produce entre los 14 y 15 años. Las pautas de conducta que regirán los consumos posteriores se establecen en la juventud. Por ello, debemos tratar de favorecer la abstinencia o pautas de consumo moderado, así como retrasar la edad de inicio en el consumo de alcohol, si no podemos impedir que se llegue a producir.
Entre los 17 y los 18 años se producen un aumento de los bebedores habituales y un descenso de los esporádicos, lo que indica que es en estas edades en las que tiene lugar un fenómeno detectado en los últimos sondeos: cada vez disminuye más el número de consumidores moderados y aumenta el número de jóvenes que o bien beben excesivamente o bien no beben en absoluto. Es necesario recordar a los alumnos que existe la posibilidad del consumo moderado.
Sobre el alcohol existen numerosos tópicos falsos que hay que ir desterrando por la educación:
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El fin de semana es el momento preferido entre los adolescentes para consumir alcohol. Los lugares más habituales son bares, pubs y discotecas aunque con frecuencia tiene lugar en la calle. Se establece, pues, una asociación entre ocio y consumo de drogas. Tratar de fomentar actitudes y motivaciones diferentes ante el tiempo libre es, con seguridad, un objetivo prioritario de la prevención escolar. Las bebidas con mayor éxito entre los escolares son el vino (en forma de "calimocho", mezcla de coca-cola y vino) y la cerveza.
Un dato curioso: los licores de frutas y el pacharán se han situado al mismo nivel que los combinados. Por una parte esto nos muestra como la disponibilidad (tanto económica como social) es un factor determinante en los consumos de drogas de los adolescentes. Y por otra es indicativo del papel que desempeñan los llamados "chupitos" (pequeños vasos con mezclas de licores o de bebidas de alta graduación) en la captación de nuevos clientes entre los más jóvenes. Preventivamente, es conveniente alertar a los alumnos sobre las técnicas del marketing de la venta de alcohol. Mientras que un 43,5% declara haberse emborrachado alguna vez, tan solo un 9,2% tiene la percepción de beber mucho o bastante alcohol.
Debemos trabajar la idea que los adolescentes tienen del consumo de alcohol, la cual no difiere mucho de la del conjunto de la sociedad: se tiende a infravalorar los riesgos del uso de drogas legales frente a los de las ilegales.